Me parece igualmente necesario saber desapegarse y desprenderse de los objetos que no usamos, no necesitamos y no nos gustan, como aprender a controlar nuestros impulsos por tener nuevas cosas.
Creo que todos en algún momento hemos sentido la necesidad de comprar o adquirir cosas porque estamos ansiosos, deprimidos o eufóricos pero justamente ese es el peor momento para salir de compras (o para ver los infomerciales de la tele o hacer compras por internet).
Es cierto que adquirir algo nuevo nos da un placer instantáneo, pero precisamente, dura sólo un instante y en cambio, lo que nos queda es un hueco en el bolsillo y el problema de haber acumulado algo que quizá ni siquiera nos quepa en casa.
Les va a sonar a consejo de auto-ayuda, pero si no tenemos dinero o no queremos gastar, lo primero es salir de la mentalidad de la escasez y entrar en la mentalidad de la abundancia. Poniéndolo en términos económicos, el tema es darle la vuelta a la dificultad de administrar recursos escasos ante necesidades ilimitadas.
Cómo llevarlo a la práctica?
Es muy sencillo: en lugar de enfocarnos en todo aquello que quisiéramos pero no tenemos, mejor empecemos a ver todo lo que sí hay a nuestro alrededor.
Digamos que es como dejar de ver el vaso medio vacío y empezar a verlo medio lleno .
Si sienten la necesidad de salir corriendo de compras, mejor abran un cajón de su mesita de noche o échenle un ojito a su escritorio o a su closet y fíjense en todo lo que sí tienen; se van a dar cuenta de todo lo que les sobra. (desde plumas hasta probablemente , zapatos)
Es muy probable que el simple hecho de ver lo que sí tienen les calme el impulso comprador y puedan relajarse y ponerse a hacer otra cosa.
Ahora bien, si quieren entrarle al toro por los cuernos, entonces sigan los 3 pasos que ya hemos sugerido en este espacio y ocúpense sin piedad de la depuración.
Acuérdense de separar lo que quieran ordenar en
· 1.Qué conservar?
· 2.Qué donar?
· 3.Qué tirar?
Es impresionante darnos cuenta de todo lo que tenemos ahí, sin usar:
- si lo tienes, úsalo
- si no lo usas, véndelo o regálalo.
- Si no sirve, o lo arreglas o lo tiras.
Ahora sí, sí de plano deciden lanzarse de compras, háganlo bien, de forma estratégica:aquí es donde entra el "colmillo"
ri Lo primero es pensar si realmente NECESITAS eso que estás a punto de ensartarle a la tarjeta de crédito.
ü Les puede funcionar muy bien poner en una lista lo que necesitan comprar, para darle prioridad a lo necesario por encima de lo deseable: si por ejemplo los hijos necesitan pijamas nuevos, no se gasten eso en un florero para tu sala.
ü Ya que tienen en la mano lo que quieren comprar, se lo prueban, lo miran bien y objetivamente deciden si se les encanta y les queda increíble.
ü Yo creo que es preferible comprar menos cantidad pero mejor calidad. Y eso no necesariamente va ligado ni a la marca ni al precio. Ojo con irse con la finta. Hay que checar que sea de buena calidad, que esté bien cortado, bien terminado y que “arme” bien. No todos los colores ni estampados ni escotes le favorecen igual a todo mundo.
ü Por favor, compren su talla, no la que les gustaría ser
ü Si ya libraron todo lo anterior, entonces ahora sí miren el precio. Olvídense de comprar algo sólo “porque está de oferta” o porque “ya merito van a ser talla 4”
ü Si es algo que necesitan, que es de buena calidad y que les queda impecable, entonces el precio no debe ser lo primero que vean sino lo último, se trata sólo de asegurarse que está dentro de sus posibilidades económicas.
ü Si cumple todos los requisitos pero está un poco por encima de su bolsillo, mejor no lo compren en ese momento: sálganse de la tienda, hagan otras cosas que tengan pendientes y consúltenlo con la almohada.
ü Si al día siguiente se dan cuenta que en vez de sentirse aliviados por no haberlo comprado reciben una “iluminación” de que “tiene que ser suyo”, entonces regresen a la tienda y cómprenlo.
ü Por último, ojo en la zona de cajas. Suelen poner ahí las peores tentaciones. Resistan.
Se vale comprarse cosas y gastarse su dinerito en darse gusto, pero hay que saber diferenciar las compras necesarias de las deseables y las compras realistas de las suicidas.
En serio no vale la pena ahorcarse por comprar algo que la verdad ni necesitamos. Muy probablemente nos va a durar más la tranquilidad financiera de no haber hecho ese gasto que el gusto de estrenar.
Saber comprar nos permite manejar mejor nuestro dinero y por eso, también es parte del buen vivir.
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